Casi 9 meses sin Presidente en Propiedad en España
La situación de anormalidad política es algo inédito en la historia de esta monarquía parlamentaria.
El Congreso de los Diputados ha fracasado en cuatro oportunidades en encontrar el consenso para elegir al presidente del Gobierno, tras dos elecciones en las que el ganador, el Partido Popular, no logra la mayoría de escaños necesaria, se paraliza la actividad legislativa, se deteriora la imagen del Estado, y la expectativa de que el presupuesto público no pueda modificarse y tenga que repetirse el del año pasado es casi una certeza.
Hasta la fecha el bloqueo político no ha afectado la evolución de la economía nacional, que mantiene un buen comportamiento, comparado con las cifras de decrecimiento que se presentaron a partir del 2008, en el 2014, cuando se presentaron los últimos efectos de la depresión, España solo creció un 1,4 por ciento, se calcula que este año lo hará un 3,1, el sector inmobiliario, han apuntado que la falta de un Gobierno en propiedad impide que se aprovechen las buenas circunstancias actuales para mejorar aún más, un informe técnico del banco BBVA señaló esta semana que, para evitar efectos negativos de la política sobre la economía en el 2017, “es necesario que se forme un Gobierno que ofrezca estabilidad y prosiga con la agenda de reformas”.
Hasta ahora la interinidad institucional, con Mariano Rajoy como presidente en funciones, ha provocado, sobre todo, efectos de naturaleza política: una merma de la presencia de España en los foros europeos, descontento de la sociedad frente a la clase política y estancamiento de las misiones militares y diplomáticas en el extranjero. Tras un compás de espera, en los próximos días el rey Felipe VI nuevamente llevará a cabo una ronda de conversaciones con los líderes políticos para buscar un candidato a presidente y, si así fuera, se realizaría otra sesión de investidura antes de dos meses. De no presentarse una candidatura viable, se disolverá el Congreso, y los españoles tendrán que ir de nuevo a pronunciarse en los centros de votación.