Discovery emite el que un hombre se deja devorar por una Anaconda.
A pesar de las numerosas protestas y polémicas , el programa fue emitido por Discovery Channel, el pasado domingo, desvelando el desenlace de este reto.
El reportero y naturalista Paul Rosolie fue protagonista de una polémica por anunciar que en un programa de Discovery Channel, Eaten Alive, se dejaría comer vivo por una anaconda. Surgieron numerosas protestas que acusaban a Rosolie de maltrado animal y de loco.
Rosolie, que se pertrechó de una armadura y de un equipo de oxígeno para la ocasión, salió indemne de la aventura, pero se ignoraba cuál fue el desenlace del desafío. Este domingo el programa fue finalmente emitido, desvelando cómo acabó todo. La estrategia era encontrar a una anaconda de tamaño considerable en el Amazonas, tentarla para que encontrara al reportero, que éste se dejara tragar hasta la cintura y después ser rescatado con un arnés que tiraría de él hacia atrás, o asustar a la serpiente.
En busca de la serpiente más grande del mundo El naturalista fue en busca de una anaconda en concreto que encontró hace años, de casi 8 metros de longitud, y que se presupone la más grande del mundo. Gran parte del reportaje se basa en la búsqueda y captura de la serpiente, muestra las dificultades para detectarla y después para capturarla. Tras varios intentos infructuosos, el equipo decide seleccionar una anaconda más pequeña. Con este experimento, Rosolie esperaba llamar la atención sobre la crisis ecológica del Amazonas.
En el documental, el reportero que vicio esta experiencia, se empapa en sangre de cerdo y la serpiente muerde el anzuelo: se enrolla alrededor de Rosolie para inmovilizarle. En ese momento, el naturalista asegura que no puede sentir los brazos mientras y su ritmo cardiaco se dispara a 180 pulsaciones. En un momento parece que la serpiente se lo va a comer: abre sus mandíbulas y captura su casco pero Rosolie aborta el intento antes de que ocurra nada más, argumentando que la serpiente está a punto de partirle el brazo y que no siente su mano .
El reportero explica: «Sentí que sus mandíbulas se cerraban en mi casco, sentí cómo gorgoteaba y sibilaba pero después me soltó». También asegura que la serpiente ejercía tanta fuerza en su brazo que sintió como perdía la sangre de su mano y cómo iba a romper el hueso de su brazo. «Si no hubiera tenido el traje acorazado, mi caja torácica habría aguantado 10 segundos como mucho», afirma en el reportaje.
Finalmente liberaron a la serpiente en la selva pero el fracaso del experimento no ha frenado al reportero, y asegura que ahora que sabe que el traje lo protegerá, está «listo para volver a hacerlo con un verdadero gigante»: en este sentido planea volver en buscar de la gran serpiente que se le escapó.