Fallido golpe de estado en Turquía
El levantamiento militar iniciado este pasado viernes por un grupo de militares turcos ha quedado neutralizado, según ha afirmado el Gobierno, que pidió a la población que se echara a la calle para detener a los golpistas cuando aún era incierto si la asonada tendría éxito. Al menos 161 personas han muerto —20 golpistas entre ellos— en todo el país durante este intento de golpe de Estado en Turquía y otras 1.440 resultaron heridas, según el último balance facilitado por el primer ministro turco.
El primer ministro ha avanzado que se ha detenido hasta ahora a 2.800 militares, entre ellos algunos comandantes de unidades. En esta operación del Gobierno de Ankara también se ha anunciado la destitución de cinco generales y 29 coroneles relacionados supuestamente con la intentona golpista. Entre los arrestados está el general Murat Aygun, comandante de la brigada de artillería número 58.
Tras el fallido golpe militar, un total de 2.745 jueces fueron destituidos por la Junta Superior de Jueces y Fiscales. Al mismo tiempo, el Consejo presidido por el ministro de Justicia, Bekir Bozdag, destituyó a cinco de sus 22 miembros, mientras que una orden de detención fue emitida contra nueve jueces del Tribunal Supremo del país. Según el Gobierno turco, todos son sospechosos de estar relacionados con el predicador Fetullah Gülen, exiliado en Estados Unidos y enemigo del gobernante partido islamista AKP.
Desde el primer momento, el Gobierno turco presidido por Erdogan pidió a la población que se echara a la calle contra los militares rebeldes. El ministro de Justicia, Bekir Bozdag, llegó a pedir a los turcos que «saltaran sobre los tanques». Poco después de confirmarse el levantamiento, los militares hicieron leer un comunicado en la emisora pública TRT en el que acusaron a Erdogan de «traidor» y de haber establecido un «régimen autoritario del miedo».
La llamada de Erdogan, unida al respaldo internacional y al apoyo político interno, reactivó a una población que se daba por convencida del triunfo del golpe en torno a las 23.05 horas, cuando los golpistas tomaron la sede de la cadena estatal TRT, declararon la ley marcial, ratificaron su falsa victoria y anunciaron incluso la apertura de un nuevo proceso constituyente.
La toma, o su intento, de emisoras ha sido una constante desde los primeros momentos del golpe. En el caso del canal privado CNNTürk, los militares que asaltaron la sede en Estambul fueron luego neutralizados por los cuerpos especiales de la Policía.
El Ejecutivo insiste en que la intentona ha fallado y que se está retomando el control de la cadena de mando. Así, se informó de la liberación de Hulusi Akar, el jefe del Estado Mayor que había sido capturado por los rebeldes.
La facción rebelde, que se sepa hasta el momento, estaba formada por más de un centenar de militares, equipados con tanques e incluso un helicóptero de combate que han provocado el pánico entre la población antes de que el presidente turco lanzara —desde una llamada por teléfono móvil— una súplica a la rebelión callejera contra los sublevados.
La cúpula del poder ha insistido en que tras el sublevamiento militar está Fetullah Gülen, un predicador islamista exiliado desde años en Estados Unidos, y que cuenta con muchos seguidores en la policía y la judicatura turca.
El intento del golpe fue especialmente duro en Ankara y en Estambul. Explosiones, tiroteos y el vuelo rasante de aviones de combate han sido una constante en la capital del país y en Estambul a lo largo de la noche del viernes al sábado. El propio Parlamento, en Ankara, fue objetivo de un bombardeo aéreo.
Turquía es miembro de la OTAN y un importante vecino de la UE, con la que hay abiertas negociaciones de ingreso desde 2005 (aunque el proceso apenas ha avanzado en los últimos años), y es un país estratégico en el tránsito a Europa de inmigrantes desde Asia, especialmente refugiados sirios, duramente criticado internacionalmente por las diversas ONGs por su trato inhumano hacia los refugiados.