Mucha ciencia y algo de ficción en lo nuevo de Ridley Scott
Durante una misión tripulada a Marte, una feroz tormenta de arena obliga un grupo de astronautas a abandonar el planeta. Atrás queda Mark Watney, a quien sus compañeros han dado por muerto. Sin embargo, Watney ha sobrevivido y se encuentra atrapado y solo en el planeta hostil. Con tan sólo unos escasos suministros, debe recurrir a su ingenio, agudeza y espíritu para subsistir y encontrar una manera de enviar a la Tierra una señal de que está vivo.
Así comienza Marte (The Martian), aventura espacial protagonizada por Matt Damon que vuelve a poner el foco en el fascinante planeta rojo sólo unas semanas después de que la NASA confirmase la existencia de corrientes de agua líquida en la superficie actual de Marte. De hecho, no son pocos los que sospechan que dicho anuncio se ha realizado precisamente ahora para ayudar a promocionar la película, sobre todo después de saberse que Ridley Scott, director de la cinta, contó con asesoramiento de la agencia espacial estadounidense durante el rodaje.
La NASA lo ha negado rotundamente, y lo cierto es que a la película no le hace falta más publicidad que la que ya le están dando las buenas críticas de la prensa especializada, que alaba, entre otras cosas, el realismo con el que se muestra esta epopeya marciana. El astronauta español Pedro Duque resaltaba hace poco eso mismo en un encuentro con periodistas en el Centro de Astrobiología (CAB), centro que se dedica a investigar los orígenes de la vida y evolución del universo.
«Todo lo relacionado con la duración de los viajes es cierto. Con las tecnologías actuales se tardaría muchísimo en llegar a Marte. Sería casi un año de ida y otro de vuelta», comenta Pedro Duque. Aunque lo que más destaca es «lo bien que está reflejada la relación entre los miembros de la tripulación». «Es algo que también pasa en la EEI. Se requiere gente de convivencia fácil. Además, tenemos nuestras bromas —el humor es importante, tiene que haber al menos un 30% de gente con mucho sentido del humor— y surgen debates como la necesidad de decirle o no a un astronauta en el espacio que acaba de morir su madre. La gerencia de la NASA también está muy bien reproducida. Cuando vemos esas cosas en la película, nos sacan una sonrisa, porque son cosas que hemos vivido», relata el astronauta.
Otro punto muy realista de la película —fácil de alcanzar puesto que ya hay mucha información e imágenes de Marte— es el aspecto de la superficie del planeta, rojiza, seca, rocosa y con dunas. Pedro Duque señala además lo bien que se muestra en determinados momentos la ingravidez, «el astronauta flotando entre tuercas y tornillos».
Sin embargo, también existen ciertas diferencias con la realidad actual, como la nave del protagonista, «un poco demasiado lujosa y con un gimnasio mucho más sofisticado que los que hay ahora mismo». La mayor licencia creativa, que también existe en el libro en el que se basa el largometraje, es que la historia está «construida imaginando que la atmósfera de Marte fuese más densa».
En esta idea insiste Javier Gómez Elvira, exdirector del CAB y máximo responsable de REMS, la primera estación meteorológica de Marte. «La tormenta de arena que da inicio a la trama en realidad es imposible ya que, por la diferente densidad, vientos que en la Tierra tirarían a un humano al suelo, en Marte no son más que una ligera brisa», cuenta el experto.
Además, el traje de los astronautas es mucho más fino de lo que debería para protegerse de la radiación. «La radiación ultravioleta en Marte es muy elevada, por lo que sería muy peligroso para un hombre pasar más de seis meses allí. Incluso durante el viaje habría que estar bien protegido, por lo que harían falta naves, cápsulas y trajes que protejan de la radiación. Para tratar de solucionar este problema, ya se está trabajando en el desarrollo de un blindaje magnético», señala Gómez-Elvira.
«Está muy bien reflejado el problema de las comunicaciones, los entre diez y veinte minutos de retardo que existen entre la Tierra y Marte. Ese es un problema irresoluble, ya que la velocidad de la luz es una constante», explica el ingeniero, quien señala además que Marte se pasa un mes al año completamente separado de la Tierra, cuando los planetas se encuentran separados por el Sol.
El realismo de Marte (The Martian) también queda de relieve en la importancia que se le da a la autosuficiencia. «Habrá que aprender a utilizar los recursos in situ. La solución no es llevar agua para cuatro años sino crear un sistema para obtener agua, de los asteroides por ejemplo, que se sabe que tienen mucha. Por otro lado, ya hay en marcha un experimento que busca obtener oxígeno del CO2; y tenemos que aprender cómo plantar y alimentar a los astronautas allí», dice el experto, quien afirma que aún hay tiempo para aprender todo esto, ya que se estima que el primer viaje a Marte no será hasta 2030 o 2040.
«No hay una barrera insolventable. No hay ninguna cosa que nos bloquee tecnológicamente, sólo es cuestión de tiempo y dinero», indica. Sobre Mars One, el renqueante proyecto privado para establecer la primer colonia permanente de humanos en Marte, Gómez-Elvira considera que «es irreal, pero ha hecho algo bueno: atraer la atención de los medios y de la gente sobre la exploración de Marte».
Fuente: 20Minutos.es