Presión internacional por la crisis de Colombia y Venezuela
Al borde de una crisis humanitaria, y en medio de una escalada diplomática entre Bogotá y Caracas, Estados Unidos y la Unión Europea presionaron ayer para encontrar una solución pacífica del conflicto fronterizo que enfrenta a ambos países y que ya provocó el éxodo de más de 8000 colombianos, muchos de los cuales debieron volver a su país luego de perderlo todo.
«El Departamento de Estado apoya los esfuerzos de Colombia y Venezuela para resolver el conflicto diplomáticamente y agradece iniciativas para abordar la situación en un foro multilateral apropiado», dice un comunicado de la Casa Blanca.
«Respetamos la importancia de fronteras seguras. Sin embargo, también creemos que las deportaciones deben realizarse de conformidad con la ley internacional, respetando los derechos humanos de todos los involucrados y en coordinación con el país que los recibe» agrega.
Mientras que el Servicio Europeo de Acción Exterior, órgano diplomático de la Unión Europea, dijo que «se debe evitar una escalada en el conflicto y es necesario encontrar soluciones que respeten plenamente los derechos humanos y garanticen el bienestar de la población».
La canciller de Venezuela, Delcy Rodríguez, respondió ayer en Twitter: «Exigimos al gobierno de EE.UU. no inmiscuirse en asuntos de índole estrictamente bilateral entre Venezuela y Colombia. La Revolución Bolivariana ha garantizado derechos humanos fundamentales al éxodo masivo de hermanos colombianos».
Gobierno Bolivariano rechaza injerencia de UE en frontera con Colombia http://t.co/2ZzyA24Um0 pic.twitter.com/nQdpkVsSCi
— Delcy Rodríguez (@DrodriguezVen) August 31, 2015
El conflicto entre ambos países comenzó el 19 de agosto, cuando el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, ordenó el cierre de algunos pasos en la frontera con Colombia y ordenó deportaciones masivas, luego de que tres soldados venezolanos resultaron heridos en un operativo anticontrabando. El gobierno venezolano considera que detrás de esos ataques y del contrabando hay paramilitares colombianos.
Desde el principio, la decisión generó un conflicto diplomático con Bogotá por las condiciones en las que se realizaron las deportaciones y el trato que se les dio a ciudadanos colombianos, que perdieron gran parte de sus posesiones y, en algunos casos, incluso fueron demolidas sus casas. Las imágenes de familias enteras, en su mayoría de escasos recursos, cruzando la frontera con sus posesiones a cuestas fue demasiado para Colombia.
El estado de excepción que dispuso Caracas ese mismo día, con una vigencia de 60 días, tampoco fue bien recibido, ya que restringe garantías constitucionales y amplía las facultades de militares y policías venezolanos para llevar a cabo detenciones y deportaciones.
Lejos de buscar echar paños fríos sobre la situación, Maduro pareció subir la apuesta anteayer al destinar otros 3000 efectivos a las zonas calientes y ampliar a cuatro municipios el alcance de la medida. Inicialmente, sólo seis localidades en el estado de Táchira, en la frontera con Colombia, fueron afectados.
Al mismo tiempo, el presidente venezolano ofreció a su par de Colombia, Juan Manuel Santos, reunirse para encontrar una solución. Pero la oferta llegó en medio del aumento de las tensiones y justo antes de que Maduro emprendiera un viaje a China y Vietnam para cerrar acuerdos económicos.
«Parece increíble que tengamos que decir esto en pleno siglo XXI, pero hemos visto, atónitos, indignados, la deportación arbitraria y el maltrato de compatriotas, por el solo hecho de ser colombianos y no tener sus papeles en regla», dijo ayer Santos en el día de la solidaridad, una caminata que desde hace 37 años se celebra el último domingo de agosto.
Con Maduro en Vietnam, adonde llegó ayer para iniciar su tour, Santos pidió reuniones de emergencia con la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur). Con respecto a esta última, el próximo 3 de septiembre habrá una reunión de cancilleres de los países miembros para tratar específicamente el tema fronterizo, según informó María Ángela Holguín, jefa de la diplomacia colombiana.
Por otro lado, la OEA tratará hoy la crisis diplomática en su consejo permanente.
El pedido de Estados Unidos y la Unión Europea de poner fin al conflicto, y las reuniones de emergencia solicitadas ante ambos organismos internacionales contrastan con el silencio de la mayoría de los países de la región, que no se han pronunciado sobre la situación en la frontera entre Colombia y Venezuela.
En 2010 los choques entre Álvaro Uribe y Hugo Chávez, ex presidentes de Colombia y Venezuela, respectivamente, por la supuesta presencia de los grupos guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) en Venezuela generaron una escalada diplomática que culminó con el quiebre de las relaciones.
La llegada de Santos ese mismo año recompuso las relaciones y el presidente colombiano llegó a decir que Chávez era «su nuevo mejor amigo».
Pero tras la muerte de Chávez el ascenso de Maduro vino acompañado por un recrudecimiento del conflicto entre dos países que son vistos como representantes de modelos de desarrollo muy distintos.