¿Que hacemos con los hipopótamos de Escobar?
Más de dos décadas después de la muerte del narcotraficante colombiano Pablo Escobar, su legado sigue generando polémica; esta vez se trata de un grupo de entre 30 y 50 hipopótamos que, abandonados a su suerte, dañan cultivos y amenazan al ganado, y a los agricultores, pescadores y pobladores de la zona. Escobar hizo trasladar toda una serie de animales a su Hacienda Nápoles, cerca del río Magdalena, en el departamento de Antioquia.
Tras la muerte del capo del narcotráfico, la Dirección Nacional de Estupefacientes colombiana incautó los bienes de Escobar e hizo entrega de los animales a otros zoológicos, pero a los hipopótamos los dejaron allí. Desde entonces, los animales se han reproducido de forma exponencial y se han convertido en un dolor de cabeza sobre el que ambientalistas y autoridades de la zona quieren llamar la atención.
Si bien el problema no es nuevo, la necesidad de solucionarlo sí es cada vez más urgente. La pregunta que surge es: ¿qué se puede hacer con los hipopótamos de Pablo Escobar? BBC Mundo se la planteó a varios expertos.
Los hipopótamos no son animales nativos de América Latina. Lo que empezó siendo una pareja, se ha multiplicado y ahora rondan por las cercanías de la Hacienda Nápoles sin grandes sobresaltos para su apacible vida.
Devolverlos a entidades que estén en zonas más habituales para ellos, es una opción, pero no porque los hipopótamos estén desadaptados o en peligro por estar donde están, sino que son ellos los que suponen un peligro para el entorno.
Otra posibilidad es esterilizar a los hipópotamos para que no continúen multiplicándose sin control.
Germán Andrade, del Instituto Humboldt, opina que esto sólo serviría para contener el aumento del problema pero no solucionaría el riesgo que suponen los que ya están.
Además, el proceso de castración implica un trabajo y unos costos que complican que sea una acción factible.
Esteban Payan, Director Regional del Prorgrama del Jaguar del norte de Sudamérica para Panthera, organización de conservación de felinos salvajes, expone que dormir con anestesia a cada uno de ellos para hacer el procedimiento cuesta una enorme cantidad de dinero, y además, «hay más del 50% de posiblidades de que el animal muera».
Finalmente, la tercera opción, y más plausible, es el sacrificio o eutanasia de los animales. Sin embargo, nadie parece dispuesto a tomar esta decisión.
En 2009, la persecución y posterior muerte de un hipopótamo conocido como Pepe, que rondaba en las cercnías de la hacienda, causó gran indignación nacional más allá de la población ambientalista del país.
Y es que la reacción de la opinión pública es muy temida por los responsables relacionados con este dilema. Basta recordar el escándalo mundial que generó el sacrificio de la jirafa Marius en el zoológico de Copenhague el pasado febrero.