Reporteros sin Fronteras denuncia la violencia y la censura de Israel para impedir que se sepa lo que pasa en Gaza
Reporteros Sin Fronteras ha mostrado, mediante una nota de prensa, su profunda conmoción y tristeza por la muerte del cámara palestino Khaled Hamad, de 26 años, fatalmente herido el pasado domingo mientras preparaba un informe sobre los ataques de las tropas israelíes a los sanitarios palestinos. Otros trabajadores de medios resultaron heridos en sus centros de trabajo en anteriores ataques. «La organización lamenta el bombardeo del ejército israelí contra civiles palestinos, entre ellos los periodistas», declaró Virginie Dangles, asistente de investigación de Reporteros Sin Fronteras. «Recordamos que, en virtud de la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU 1738 de 2006 y la Convención de Ginebra, todas las partes en el conflicto tienen el deber de garantizar la seguridad de los periodistas». Desde el inicio de la operación Margen Protector de Israel en Gaza han muerto 583 palestinos, la mayoría de ellos civiles. Del lado de Israel, 27 soldados. Sólo el bombardeo israelí de hace dos días en el barrio de Shayaía, a las afueras de la ciudad de Gaza, causó 140 muertes entre los palestinos. Las oficinas de la cadena de televisión catarí Al Yazira, en el piso 11 de la Torre de Al-Jala, fueron objeto de disparos de advertencia por parte de las fuerzas israelíes este martes, un día después de que el ministro de Relaciones Exteriores israelí, Avigdor Lieberman, expresara el deseo que Al Yazira dejase de operar desde Israel, acusando a la cadena de televisión de apoyar al terrorismo. Lieberman criticó abiertamente que la cadena esté financiada por Catar, país al que describió como la «columna vertebral económica «de las organizaciones terroristas en el Oriente Medio y otros lugares. Hace dos días, Khaled Hamad, un camarógrafo de la productora Continue TV, se encontraba en Shayaía para informar sobre la violencia empleada el 10 de julio por las tropas israelíes contra los sanitarios palestinos que asisten a los heridos. Llevaba un casco y un chaleco antibalas con la palabra «prensa», y se encontraba de pie cerca de una ambulancia cuando fue alcanzado por un proyectil de tanque y se vio envuelto en llamas. Hamad resultó gravemente herido, pero no pudo ser evacuado y murió a causa de las heridas varias horas después. El 9 de julio, Hamdi Shehab, conductor de la agencia de noticias Media 24, fue asesinado en un ataque aéreo israelí cuando iba de regreso a su empresa después del iftar de Ramadán, la cena con la que se interrumpe el ayuno. El automóvil que conducía estaba marcado con las letras «TV». El domingo, el cámara Kareem al-Tartouri, que trabajaba para Medi 1 TV fue herido en un ataque aéreo israelí cuando trataba de salir del edificio donde están las oficinas de la cadena de televisión, que había sido atacada. Un segundo misil cayó en el piso donde se encuentra el canal e hirió a al-Tartouri, que fue trasladado al hospital. El 18 de julio, Muhammad Shabat, un camarógrafo de la agencia Watania Media, fue herido en el brazo en un ataque aéreo a la torre Al-Jawhara, en la que Watania tiene sus oficinas. También sufrieron daños las instalaciones de otros medios en el edificio. El 16 de julio, las fuerzas israelíes atacaron el edificio Daoud, en el barrio de Al-Rimal de la ciudad de Gaza, que también alberga varias sedes de medios de comunicación. Dos periodistas de la emisora de radio Sawt Al-Wattan, Ahmad al-Ajala y Tariq Hamdieh, fueron heridos y trasladados al hospital. La emisora no ha podido seguir con sus emisiones como resultado de los daños. Una guerra mediática
La ofensiva militar israelí en Gaza ha desatado una nueva guerra de información (y desinformación), en especial en las redes sociales. Algunos medios y periodistas han expresado abiertamente su postura sobre el uso de la fuerza por Israel. Otros han sido acusados de parcialidad debido a su punto de vista, real o supuesto. El 17 de julio, la cadena estadounidense NBC decidió retirar de Gaza a su corresponsal egipcio-estadounidense Ayman Mohyeldin, y reemplazarlo por su colega Richard Engel. Oficialmente, la cadena dijo que se debía a «razones de seguridad», pero no dio más detalles. Mohyeldin, un veterano periodista que había trabajado previamente para la CNN y Al Yazira, había sido testigo de primera mano de los ataques israelíes que causaron la muerte de cuatro niños palestinos en una playa de Gaza el 16 de julio. Su relato de la muerte de los niños, considerado por algunos como pro-palestino, fue ampliamente criticado. También fue acusado de ser demasiado emotivo con el incidente y con la publicación de fotos de familiares de las víctimas en Twitter e Instagram. El 2 de julio, publicó un tweet acusando al ejército israelí de disparar deliberadamente a los periodistas. Después de un aluvión de críticas en las redes sociales con acusaciones de censura, la dirección de la cadena finalmente decidió volver a enviar a Mohyeldin a Gaza el 18 de julio. La también estadounidense CNN decidió retirar su corresponsal Diana Magnay después de que publicase un tweet, el 17 de julio, tras informar en directo desde la colina sobre la ciudad israelí de Sderot, donde los israelíes estaban celebrando los bombardeos a Gaza. «Los israelíes en la colina de Sderot aplauden cuando las bombas impactan en Gaza; amenazan con destrozarnos el coche si digo una palabra equivocada. Escoria», escribió Magnay en Twitter y se ganó el traslado a Moscú. En una entrevista con el Huffington Post, un portavoz de CNN dijo que la periodista fue amenazada por los israelíes antes y durante la transmisión en directo y que reaccionó con enfado en Twitter. Por último, el gobierno israelí ha dicho a los periodistas extranjeros que cubren la ofensiva que no es responsable de su seguridad.
Algunos periodistas extranjeros dicen que han recibido un mensaje de las autoridades advirtiéndoles que podrían ser utilizados como escudos humanos por parte de Hamás, según informó la corresponsal del Huffington Post en Oriente Medio, Sophia Jones. Los periodistas deben inscribirse en la Oficina de Prensa del Gobierno, una violación del derecho internacional, y también están obligados a firmar una renuncia que indica que son plenamente conscientes de los peligros a los que están expuestos. «Soy consciente de que ni el Ministerio de Defensa ni el ejército israelí tienen ningún tipo de responsabilidad por daños resultantes de las operaciones militares … Además me comprometo a que ninguna demanda, reclamación o demanda de ningún tipo será presentada por los daños o lesiones», continúa el documento.