Victoria de Alonso en Le Mans junto a Sébastien Buemi y Kazuki Nakajima
A falta de menos de una hora, cuando el destino de las 24 Horas de Le Mans estaba prácticamente firmado y rubricado llegó el milagro. Un pinchazo del Toyota #7, el coche que dominó toda la semana en La Sarthe, dejó en bandeja de plata a Fernando Alonso, Sebastien Buemi y Kazuki Nakajima el segundo triunfo consecutivo en la mítica carrera gala. El fastuoso broche de oro con el que coronar, además, el título mundial de resistencia.
#8 @Toyota_Hybrid TS050 wins the 24 Hours of Le Mans for the second time this Super season!
— 24 Hours of Le Mans (@24hoursoflemans) June 16, 2019
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Se había escrito otro capítulo histórico en Le Mans. Que llevará en nombres de oro el de un bicampeón del mundo de Fórmula 1 que ya luce un brillo en el palmarés como el de pocos en la historia: con dos Le Mans, un Mundial de Resistencia… y lo que venga.
🏆¡Ahí está! @alo_oficial vuelve a subirse a lo más alto del podio de #LEMANS24 tras un nuevo éxito de #Toyota 🏎 ¡FELICIDADES!
— Eurosport.es (@Eurosport_ES) June 16, 2019
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Para entonces la carrera estaba totalmente sentenciada. De hecho, lo estaba desde muchas horas antes. El amanecer había llegado a Le Mans con todo dicho. O eso pensaban las 300.000 personas desperdigadas por los 13,6 kilómetros de La Sarthe. Nadie, casi nadie, creía en aquello de que «en las 24 Horas el juez es la bandera a cuadros». Ni siquiera aunque exactamente eso le dijo al diario español MARCA Jacky Ickx, ganador seis veces en Le Mans, la primera hace justo 50 años.
El argentino Pechito López es el que esta vez ingresará por la puerta de atrás en la leyenda de la carrera, la otra leyenda, la de las desgracias. A él le tocó sufrir, a mitad de la pista, un pinchazo que le obligaba a ralentizar el ritmo, ya de por sí conservador, en modo paseo triunfal. Sólo que faltaba el triunfo.
Pero no fue solo un pinchazo, también un fallo de lectura de Toyota en este incidente. El equipo había detectado un pinchazo, pero la lectura del sensor no fue la correcta: cambiaron la delantera derecha y el problema estaba en la trasera.
No tuvieron suerte los españoles de LMGTE Pro. Tanto Antonio García como Miguel Molina contaban con armas adecuadas para ganar (de hecho, el Ferrari #51 se llevó este cotizadísimo triunfo) pero ambos cedieron ante las circunstancias. El Corvette aguantó en la ‘pomada’ casi 21 horas, pero un error de Magnussen acabó con el coche contra el muro en las curvas Porsche. En el caso de Molina, fue una avería mecánica lo que hizo desfallecer demasiado pronto a su Ferrari.